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Asociación Ecos del Huallil - Caja de Ahorro y Crédito "Ecos del Huallil"
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Diego Moscoso - Administrador del Blog
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24 mar 2010

Nuestra música, nuestra identidad.

Autor: Jorge Oswaldo Moscoso Zúñiga

Hoy en la mañana, con el fin de enterarme sobre lo que está pasando en el país y como es mi costumbre siempre, encendí el televisor en el canal que mantiene muchas contradicciones con mis aspiraciones de acceder a información objetiva, pero que a veces me hace reír, Teleamazonas, no obstante, para enarbolar la esperanza mía, resulta que en ese preciso momento el canal estuvo en un corte comercial en el cual se promocionaba el concierto “CANTOS DE LIBERTAD”, seguidamente planté la mirada en la pantalla, agudicé mis oídos y todos mis sentidos para conocer cuales serán los grupos de música que estarán presentes en dicho concierto, William Luna, Maya Andina, Wuancara, Tupay, Savia Nueva, Los Kjarkas, Los Jayac, entre otros, estarán ahí, inmediatamente sentí como el cuerpo se me estremecía al saber que los grupos que inspiran mi razón de ser se presentarán en aquellas lejanas tierras norteñas, por un momento me imaginé en el concierto a pesar de la distancia y de las imposibilidades laborales, luego me pregunté por que éste tipo de eventos solo se realizan en Quito?

Hace ya más de dos años vinieron los Kjarkas a Cuenca, que alegría, con mucho tiempo de anticipación mis primos, primas, un tío y yo nos preparamos para ir al concierto, con ansiedad esperamos a que llegara el día esperado, y llegó, cuando fuimos al Coliseo Mayor de Deportes, hoy llamado también Jefferson Pérez, nos extasiábamos con los murmullos de las guitarras, charangos, zampoñas, que comenzaban a sonar para aperturar la participación de algunos grupos que precedieron a los Kjarkas, disfrutamos inmensamente de los sonidos que emitían aquellos instrumentos musicales que representaban nuestra esencia, pues crecimos envueltos en aquellos sonidos andinos trasmitidos por la radio o en muchas veces creados por la capacidad y las hábiles manos del Abuelo Angel, quien aprendió a acomodar las notas de la guitarra únicamente con verlas aunque no sabía su nombre, quien incluso fabricó una quena de su propio arte para hacer música, único cantor de aquellos tiempos en nuestra comunidad; una a una acompañamos las canciones de los diferentes grupos hasta quedar prácticamente sin habla por el esfuerzo que habíamos generado con nuestras gargantas.

Para nosotros aquel concierto significó lo mejor de lo mejor en cuanto a eventos de esta naturaleza se trata, sin embargo aquel escenario deportivo estuvo a medias, poca gente acudió a tan magnífico evento, situación que deshizo totalmente nuestra teoría de que teníamos que ir pronto para poder entrar.

Creo sinceramente que en Cuenca mucha gente poco valora el arte y vivencias expresadas en la música andina, latinoamericana, pocas manifestaciones se observan en la ciudad, los grupos que hacen este tipo de música siempre son invitados para “romper el hielo” y abrir el espectáculo de otros grupos que se dedican a un género diferente, en los locales donde se venden CD`s, la música que suena o los videos que se muestran son en su mayoría de aquellos grupos femeninos que a parte de cantar, lo que hacen es exhibir otros atributos, o aquellos grupos que no tienen ninguna capacidad de originar nuevas letras y melodías, que reinterpretan toda canción y la hacen tecnocumbia, por ejemplo El Cholero, es más conocido en su ritmo tecnocumbiero antes que el original interpretado por Tupay.

Esa es la respuesta entonces, el sentido por la música y la generación de identidad mediante ésta, tiene muy poca acogida por en la conciencia de mucha gente, a tal punto de perder la esencia de lo nuestro, de lo que nos constituye. Por otro lado, ritmos como el reggaetón, gustan mucho especialmente a los más jóvenes, invisibilizando las interpretaciones que nos delega a disfrutar de nuestra cultura, de la naturaleza, tradiciones y que generan conciencia sobre nuestra realidad social, económica, política e incluso religiosa.

En nuestra comunidad San Antonio la situación no es diferente, he escuchado a algunas personas decir que “es música de indios”, poco se aprecia y se ha apreciado los malabares de las manos del abuelo Angel, de Efrén, de Saulo, de Angel Junior, Moscosos, para entonar la guitarra y poco se cultiva el arte de hacer música en nuestra tierra, “la música es la esencia de los pueblos” por lo tanto hay que plantearnos el objetivo de trasformar dicha situación, por lo menos en nuestra comunidad.

Mientras tanto, a los que disfrutamos de la música flolklórica y latinoamericana, nos queda disfrutar aun más por los que no lo hacen, al fin y al cabo “de gustos y colores no discuten los doctores”

23 mar 2010

De Taquito

Autor: Efrén Ubaldo Moscoso

Los viejos curuchupas se asustaban y las abuelitas criticaban “otra vez están en el vicio”, decían con asombro al ver a la juventud reunirse por los domingos para jugar el ecuaboly e índor. En aquella época y para la gente de nuestra comunidad, hacer deporte era atribuido como una acción dañina para los seres humanos, como una actividad de vagos y de personas que no tenían nada que hacer; incluso era asociado con algo maligno, de perdición y un grave pecado que cometían los varones; era considerado una desviación de las normas establecidas por una sociedad anticuada y moralista. Obviamente, en un mundo que consideraba tremendas brechas de desigualdad, las mujeres ni siquiera podían pensar en jugar o salir de la casa, su rol único asignado era de quedarse adentro en los quehaceres domésticos.

El índor es uno de los deportes que se empezó a practicar en la comunidad de San Antonio allá por los años de 1978 con la llegada del profesor Marcelo Bustos como educador de la escuela Elías Brito. Desde aquel entonces, la vida de los niños, niñas y de los jóvenes empieza a tomar un rumbo distinto, incluyendo al deporte, sea este indor, boly o atletismo dentro de las actividades educativas escolares, de interrelacionamiento con las comunidades vecinas y como un espacio de recreación.

Año tras año los niños de la escuela de nuestra comunidad participaba en eventos deportivos internos y externos, de igual forma lo hacían los jóvenes que se organizaban en clubes para representar la comunidad, lastimosamente siempre terminaba en grandes derrotas, predominando la hegemonía de las comunidades vecinas de Gutún y Buena Vista, consideradas fuertes en esta disciplina deportiva. Quien no recuerda las jugadas majestuosas del “enano” de la escuela de Buena Vista o, las voladas del arquero de Gutún -Guido Delgado-, mientras nuestra selección de niños ya grandotes porque estudiaban la primaria jóvenes que se habían reincorporado a terminar sus estudios - debido a que antes solo existía hasta cuarto grado-, otra vez perdía.

Los niños que crecieron viendo la derrota de los adultos y de ellos mismos y, el sinsabor de la pérdida, poco a poco se hicieron grandes y curiosamente fueron adquiriendo destrezas y habilidades en aquel deporte que en lo posterior harían de San Antonio una comunidad fuerte en Indor, boly y también con grandes talentos para el atletismo.

Diez años de llevar el peso de las derrotas en la espalda y de haber aprendido a levantarse después de la caída. -Otra vez perdimos- retumbaba en la mente de los deportistas acostados en el césped al costado de la cancha, mientras los colores vivos de las camisetas manchadas con el lodo hacían juego con el verde de los campos y el color natural de la tierra después de la lluvia. Esta historia podía cambiar y dar vuelta la página, el terreno estaba preparado.

Llegó el día esperado, la comunidad de San Antonio en su popular fiesta de junio, en el año de 1991, organizó un campeonato de indor con la delegación de Gutún, Sarar, San Antonio y un equipo invitado de la ciudad de Cuenca, sin duda era el equipo favorito para llevarse la copa del cuadrangular.

El día apareció radiante, el sol empezó a dar sus primeros rayos por el Huallil, mientras la gente se preparaba para ir a la feria del Sígsig a vender los sombreros de paja toquilla, tomar un delicioso morocho con pan, comprar las cosas esenciales para la alimentación y por la tarde ir a la escuela para ver el deporte o simplemente para estar allí, porque era la fiesta, nuestra fiesta.

En primera instancia se juegan los partidos de Gutún con el equipo invitado de la ciudad de Cuenca, los gutunejos salen humillados tras recibir tremenda goleada, posteriormente, el equipo de San Antonio versus el equipo de Sarar y San Antonio también golea a los cercanos vecinos de Sarar. La gran final de los dos equipos ganadores está por empezar, mientras las sombras de las montañas proyectaban sus siluetas en las laderas y la gente apresurada partía con rumbo a sus hogares, los jugadores se alistan, se dan la mano y...,

El partido empieza, la pelota se pone en movimiento, un pase, dos, tres, elabora una pared de taquito. La pelota corre y corre, mientras realiza una jugada la bicicleta y el balón sube a la cabeza, la acaricia suavemente mientras desciende deslizándose por el pecho hasta los pies, camina con rapidez con su amiga inseparable pegada a sus pies, se quita la marca de uno, de dos, un pase otra vez de taquito, recupera el balón, un disparo potente, el arquero tambalea y gooool. Esta historia tendría un final feliz y con ella a creer en nosotros, a recuperar el amor propio, a confiar en nuestras capacidades, a fortalecer nuestra identidad jacarqueña y saber que somos importantes. El marcador final 3 goles para san Antonio y 1 para el otro equipo. iSan Antonio Campeón!

Con respecto al atletismo nuestra escuela nunca había participado en las competencias cantonales, hasta que en 1981, con el profesor Julio César Toral, nuestra delegación tuvo una primera y gran participación en la histórica Plaza 24 de Mayo, impregnando en la memoria de los sigseños las imágenes de los niños de Jacarcar, quienes habían obtenido varias medallas y consigo la esperanza de algún día vivir mejor.

Nuestra tierra ha tenido grandes talentos que no han podido surgir por la falta de oportunidades. Es tiempo de pensar en estas alternativas que probablemente no están dentro de nuestro pensamiento ni dentro de nuestra estructura familiar. El deporte es una profesión, una forma de vida, una manera hermosa de vivir nuestro día a día y también una oportunidad de ser emprendedores y de fortalecer la salud física, psicológica. El deporte, la recreación es un derecho de los seres humanos y muy esencial para la vida.

18 mar 2010

“EL CUERERO”

Autor: Jorge Oswaldo Moscoso Zúñiga

Singular hombre este que a veces acompañado por su esposa e incluso hijos o hijas, deambulaba entre las ralas casas de nuestra comunidad San Antonio; aquellos caminos frecuentemente eran pisados por aquel personaje que a la vos de “cambio cueros por bandejas, platos, baldes, bacinillas …” causaba a algunos si no a todos los muchachos un espanto terrible, pues se tenía en la cabeza la idea que el cuerero iba a amarrarnos de pies y manos, escondernos entre sus cueros y llevarnos lejos de nuestra tierra para vendernos o cambiarnos, como era costumbre para él, con más cueros, tamaña mentira patrocinada por las “cautas” mamás que utilizaban ese pretexto para impedir que siendo niños, corriéramos, como lo hacíamos siempre, a las vecindades o anduviéramos por ahí jugueteando.

Frecuente era también, ubicar a los cuereros sentados bajo algún arbusto que les ofrecía sombra, comiendo no se qué, tal vez sería mote, no sé, el hecho es que nunca nos atrevimos a acercarnos, pues el miedo era más fuerte que ese interés infantil de descubrir que es lo que comían aquellos personajes raros para nosotros.

En algunas ocasiones llegaban a nuestra casa, y cuando eso sucedía lo más conveniente era que buscáramos un lugar apropiado para escondernos, no vaya a ser que en realidad se tenga que marchar de lado nuestra familia sin poder despedirnos y sin poder siquiera respirar entre los apretados cueros que ellos cargaban; lo raro es que mamá no tenía miedo alguno, los atendía, a veces cambiaba algún cuero de borrego con unos jarros de plástico y algunas cosas más, en el proceso de negociación se la veía muy tranquila, y con mucha calma observaba el arsenal de trastes plásticos que los cuereros exhibían.

Ahora, después de analizar más profundamente la situación, puedo darme cuenta de la difícil tarea que debían realizar los Señores cuereros para llevar el pan a su casa, imagínense la distancia que tenían que viajar (se dice que venían del centro del país), para ganar unos cuantos sucres, caminar todo el día echados a la espalda la cantidad de trastes que llevaban envueltos en la base por los mismos cueros y el resto por una telaraña hecha de sogas, a veces sin tener que comer, en días calurosos o lluviosos tenían que trabajar, sin la cercanía de la familia, tan necesaria para los seres vivos, tenían que refugiarse, al caer la noche, en algún lugar en donde le ofrecían posada, maltratados muchas veces por su condición de “indio”, discrimen muy desarrollado en muchas mentes de la gente que en mi comunidad habitan y que penosamente aun no se ha podido abolir.

Dura situación, que demuestra la inequidad existente desde siempre y en nuestros días entre la gente ecuatoriana.