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23 mar 2010

De Taquito

Autor: Efrén Ubaldo Moscoso

Los viejos curuchupas se asustaban y las abuelitas criticaban “otra vez están en el vicio”, decían con asombro al ver a la juventud reunirse por los domingos para jugar el ecuaboly e índor. En aquella época y para la gente de nuestra comunidad, hacer deporte era atribuido como una acción dañina para los seres humanos, como una actividad de vagos y de personas que no tenían nada que hacer; incluso era asociado con algo maligno, de perdición y un grave pecado que cometían los varones; era considerado una desviación de las normas establecidas por una sociedad anticuada y moralista. Obviamente, en un mundo que consideraba tremendas brechas de desigualdad, las mujeres ni siquiera podían pensar en jugar o salir de la casa, su rol único asignado era de quedarse adentro en los quehaceres domésticos.

El índor es uno de los deportes que se empezó a practicar en la comunidad de San Antonio allá por los años de 1978 con la llegada del profesor Marcelo Bustos como educador de la escuela Elías Brito. Desde aquel entonces, la vida de los niños, niñas y de los jóvenes empieza a tomar un rumbo distinto, incluyendo al deporte, sea este indor, boly o atletismo dentro de las actividades educativas escolares, de interrelacionamiento con las comunidades vecinas y como un espacio de recreación.

Año tras año los niños de la escuela de nuestra comunidad participaba en eventos deportivos internos y externos, de igual forma lo hacían los jóvenes que se organizaban en clubes para representar la comunidad, lastimosamente siempre terminaba en grandes derrotas, predominando la hegemonía de las comunidades vecinas de Gutún y Buena Vista, consideradas fuertes en esta disciplina deportiva. Quien no recuerda las jugadas majestuosas del “enano” de la escuela de Buena Vista o, las voladas del arquero de Gutún -Guido Delgado-, mientras nuestra selección de niños ya grandotes porque estudiaban la primaria jóvenes que se habían reincorporado a terminar sus estudios - debido a que antes solo existía hasta cuarto grado-, otra vez perdía.

Los niños que crecieron viendo la derrota de los adultos y de ellos mismos y, el sinsabor de la pérdida, poco a poco se hicieron grandes y curiosamente fueron adquiriendo destrezas y habilidades en aquel deporte que en lo posterior harían de San Antonio una comunidad fuerte en Indor, boly y también con grandes talentos para el atletismo.

Diez años de llevar el peso de las derrotas en la espalda y de haber aprendido a levantarse después de la caída. -Otra vez perdimos- retumbaba en la mente de los deportistas acostados en el césped al costado de la cancha, mientras los colores vivos de las camisetas manchadas con el lodo hacían juego con el verde de los campos y el color natural de la tierra después de la lluvia. Esta historia podía cambiar y dar vuelta la página, el terreno estaba preparado.

Llegó el día esperado, la comunidad de San Antonio en su popular fiesta de junio, en el año de 1991, organizó un campeonato de indor con la delegación de Gutún, Sarar, San Antonio y un equipo invitado de la ciudad de Cuenca, sin duda era el equipo favorito para llevarse la copa del cuadrangular.

El día apareció radiante, el sol empezó a dar sus primeros rayos por el Huallil, mientras la gente se preparaba para ir a la feria del Sígsig a vender los sombreros de paja toquilla, tomar un delicioso morocho con pan, comprar las cosas esenciales para la alimentación y por la tarde ir a la escuela para ver el deporte o simplemente para estar allí, porque era la fiesta, nuestra fiesta.

En primera instancia se juegan los partidos de Gutún con el equipo invitado de la ciudad de Cuenca, los gutunejos salen humillados tras recibir tremenda goleada, posteriormente, el equipo de San Antonio versus el equipo de Sarar y San Antonio también golea a los cercanos vecinos de Sarar. La gran final de los dos equipos ganadores está por empezar, mientras las sombras de las montañas proyectaban sus siluetas en las laderas y la gente apresurada partía con rumbo a sus hogares, los jugadores se alistan, se dan la mano y...,

El partido empieza, la pelota se pone en movimiento, un pase, dos, tres, elabora una pared de taquito. La pelota corre y corre, mientras realiza una jugada la bicicleta y el balón sube a la cabeza, la acaricia suavemente mientras desciende deslizándose por el pecho hasta los pies, camina con rapidez con su amiga inseparable pegada a sus pies, se quita la marca de uno, de dos, un pase otra vez de taquito, recupera el balón, un disparo potente, el arquero tambalea y gooool. Esta historia tendría un final feliz y con ella a creer en nosotros, a recuperar el amor propio, a confiar en nuestras capacidades, a fortalecer nuestra identidad jacarqueña y saber que somos importantes. El marcador final 3 goles para san Antonio y 1 para el otro equipo. iSan Antonio Campeón!

Con respecto al atletismo nuestra escuela nunca había participado en las competencias cantonales, hasta que en 1981, con el profesor Julio César Toral, nuestra delegación tuvo una primera y gran participación en la histórica Plaza 24 de Mayo, impregnando en la memoria de los sigseños las imágenes de los niños de Jacarcar, quienes habían obtenido varias medallas y consigo la esperanza de algún día vivir mejor.

Nuestra tierra ha tenido grandes talentos que no han podido surgir por la falta de oportunidades. Es tiempo de pensar en estas alternativas que probablemente no están dentro de nuestro pensamiento ni dentro de nuestra estructura familiar. El deporte es una profesión, una forma de vida, una manera hermosa de vivir nuestro día a día y también una oportunidad de ser emprendedores y de fortalecer la salud física, psicológica. El deporte, la recreación es un derecho de los seres humanos y muy esencial para la vida.

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